EN LAS ÚLTIMAS SESIONES, APRENDI A REALIZAR HIPERVÍNCULOS, A MODIFICAR LOS GADGETS, AGREGAR LA LISTA DE CONTACTOS DE MIS COMPAÑEROS DE CLASE, A ORGANIZAR LAS IMÁGENES Y DISEÑAR CADA UNA DE LAS ENTRADAS.
Aunque adivinar el futuro haya sido siempre una tentación no es el objetivo de este artículo. Entre otras cosas, porque desconocemos las técnicas y porque no tenemos las tecnologías adecuadas, como la bola de cristal, las cartas o los posos del té. Abandonado ese intento, en este artículo se trata de analizar las potencialidades que caracterizan la Web 2.0 y cómo se están utilizando.
Uno de los retos ante los que se encuentra la sociedad de la información es conseguir el acceso, de forma mayoritaria e igualitaria, de la ciudadanía a las tecnologías que permitan disfrutar de nuevas posibilidades de información, ocio, formación, interacción y participación. Uno de los criterios que marcará desigualdades entre los ciudadanos del futuro será precisamente el hecho de tener o no tener acceso a las redes de información y comunicación y, en consecuencia, a los beneficios y comodidades que ello implica.
Los propulsores del concepto Web 2.0 se orientaron en dicha interacción y sobre todo en mejorar y potenciar las redes sociales, creando webs interactivas y visuales. Hablar de la Web 2.0 es hablar de puntos de encuentro dónde se fomentan precisamente los contenidos generados por el usuario/a y su participación, consolidándose en una Web que permite innovar hacia un modelo más rico en herramientas, en espacios de intercambio y pedagógicamente más plural, potenciando el uso de aplicaciones que favorecen el acceso y permite que se pueda genera información de manera colectiva. Es decir, en un conocimiento intercambiable, acumulativo, que puede ser transferido y convertido en un bien público.
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